Doñana no es un simple espacio geográfico. Cuando nos referimos a Doñana hablamos de una auténtica joya ecológica de valor incalculable, que alberga una biodiversidad única en Europa. Doñana representa un privilegio para Andalucía, además de una gran responsabilidad, siendo también una fuente de innumerables beneficios económicos, sociales y medioambientales.
Doñana no es sólo un entorno incomparable y de importancia internacional, que atrae a visitantes de todo el mundo, llamados por su biodiversidad y por su paisaje, generando así un importante flujo de ingresos y contribuyendo a un desarrollo económico sostenible.
Doñana no es sólo un espacio de investigación científica, muy fundamental para el progreso del conocimiento y la comprensión de los procesos naturales, lo cual es imprescindible para aplicar medidas en materia de conservación y gestión ambiental.
Doñana no es sólo un regulador hídrico que preserva el ciclo del agua y que ayuda a prevenir inundaciones, regulando parte de nuestro clima.
Doñana no es sólo un hábitat crucial para una gran variedad de especies en peligro de extinción, a las que reconocemos el derecho y la necesidad de uso de ese espacio y con las cuales asumimos nuestro deber moral y social de protección.
Doñana no es sólo un verdadero tesoro y una inversión para las generaciones presentes y futuras, un lugar único y distintivo de Andalucía para el mundo entero.
Doñana es todo lo anterior y mucho más, es un enclave estratégico de biodiversidad y un icono cultural, en torno al cual toman forma algunas de las más arraigadas expresiones de un particular sentir andaluz, que serían inviables sin el entorno natural que las acoge.
Sin embargo ahora, y a pesar de todo lo anterior, en un alarde de absoluta ceguera frente a lo que a todas luces resulta tan evidente a los ojos de cualquier ciudadano o ciudadana con una mínima sensibilidad y una cultura básica, el Gobierno de la Junta de Andalucía quiere convertir Doñana en un burdo elemento de beneficio meramente económico, que responda a los intereses de una minoría que, bajo la mayor impunidad, ha extendido cultivos ilegales que ahora amenazan la importante biodiversidad de los ecosistemas del Parque, poniendo en riesgo los recursos hídricos y consolidando un modelo de negocio depredador de nuestra riqueza y de nuestros recursos naturales.
Ahora se quiere convertir Doñana en un simple objeto a sobreexplotar, legitimando intervenciones que terminarán destruyendo el entorno natural, y que harán cada vez más inviables los mismos cultivos descontrolados e irracionales que, tras su proliferación ilegal, buscan ahora ser despenalizados y legalizados.
Ahora el Gobierno andaluz, al igual que hizo el PP con los evasores fiscales en el Gobierno del Estado, pretende refrendar lo que no sólo es ilegal, sino que compromete el futuro vital del Parque de Doñana y de la propia globalidad de la economía andaluza, comenzando por las comunidades y territorios más inmediatos.
Y nosotros nos preguntamos, cuando estos recursos hayan sido agotados, ¿qué será lo siguiente?. No podemos más que suponer que a Moreno Bonilla y a su entorno, la situación del Parque y su futuro les importa muy poco o nada, y nos tememos que el agotamiento de los recursos no es para ellos más que el punto de partida de una nueva búsqueda de beneficios en otros lugares susceptibles de ser igualmente destrozados.
Ahora se quiere convertir Doñana en un ejemplo más de la falta de conciencia social, cultural, medioambiental y científica que evidencian algunos de nuestros representantes políticos, quienes, con su falta de visión y su mediocridad, resultan incapaces de generar industria y trabajo de una manera democrática (beneficiando a todos los andaluces y andaluzas). Una clase política, la que lidera Andalucía en este caso, que con estas medidas que anuncia se nos muestra anticuada, absolutamente desfasada y anclada en modelos de desarrollo obsoletos, poco sostenibles, especulativos e insolidarios.
Ahora se quiere convertir Doñana en un símbolo de vergüenza ante la Unión Europea, la UNESCO, la comunidad científica internacional y el mundo entero. Desde todos estos colectivos se está ya denunciando esta atrocidad y este sinsentido que los representantes del Gobierno andaluz están perpetrando, en ausencia de justificación alguna. Esto sí que es una gran falta de respeto para toda Andalucía y una gran fuente de preocupación, dada la amenaza que conlleva contra nuestro patrimonio, cuestión que dudamos que al Presidente autonómico le interese tanto como parecen hacerlo los programas satíricos de las televisiones.
Es vergonzoso comprobar la fuerza e influencia que aún detentan las voces que anclan a nuestra tierra andaluza en el pasado, el estancamiento, la ignorancia y la decadencia.
Sin embargo, este gobierno andaluz no ha alcanzado a prever, es que Andalucía sabe levantarse y marchar contra las injusticias y contra la explotación, y que la sociedad ya se está organizando para plantar cara y defender Doñana contra la avaricia irresponsable y el egoísmo depredador que representan las medidas que el gobierno del Partido Popular quiere imponer en Andalucía.
Tampoco previó este Gobierno andaluz que su discurso manipulador y demagógico en torno a “revoluciones verdes” y “lucha contra el cambio climático” fuese tan poco creíble que pudiera llegar a generar la incredulidad y el asombro de una amplia mayoría de instituciones y personas, todas las cuales, como ha sido finalmente el caso, se llevan las manos a la cabeza ante tamaño desatino. El grado de estulticia y/o malicia mostrado por la Junta de Andalucía, a la hora de pretender presentar sus nuevas medidas sobre Doñana como supuestamente respetuosas con el ecologismo y la protección de ecosistemas, es comparable a proponer apagar el fuego de un incendio con bidones de gasolina argumentando que la gasolina es líquida como el agua y el agua apaga el fuego. Pero claro, es que cualquier parecido que dichas medidas puedan tener con la verdad o con el rigor científico es pura ficción.
Y finalmente tampoco parece haber previsto este gobierno andaluz que desde USTEA, acompañando al resto del movimiento ecologista del Estado, vayamos a denunciar, como ya estamos haciendo, este sinsentido legislativo, egoísta y ciego, fruto de un Gobierno que no ve más allá de la caja registradora de unos pocos, un Gobierno que expolia nuestros recursos naturales y que amenaza la biodiversidad, la singularidad y el patrimonio natural y cultural de nuestra tierra andaluza.
¡Doñana es patrimonio de todo el mundo!
¡Dejen de hacer negocio con los recursos naturales del pueblo andaluz!
¡Doñana no se toca, Doñana se respeta!
¡Protejamos Doñana!